domingo, 21 de diciembre de 2014

La transformación de Lima después del terror de Sendero Luminoso



Por Edelmiro Franco. Enviado Lima, 15 Dic (Notimex).- Regresé a Lima después de 25 años y veo una ciudad transformada en lo urbanístico, en el espíritu de su gente, en su desarrollo económico, una sociedad que dejó atrás para siempre el miedo que ocasionaban los atentados del otrora grupo armado Sendero Luminoso. En septiembre de 1989 llegué a Lima como corresponsal de Notimex en medio de una violencia que estaba en espiral desde mayo de 1980 cuando entró en acción el grupo guerrillero Sendero Luminoso, bajo la dirección del maoista radical Abimael Guzmán. Por esa época los ministerios del Interior, Defensa y el Instituto Nacional de Estadística (INE), registraban para 1988-1989, cerca de tres mil atentados por año por parte de Sendero Luminoso, lo que aterrorizaba a sus nacionales como a extranjeros. Recuerdo que ubiqué mi residencia en el primer año (1989-1990) en el distrito de Miraflores, y al día siguiente me desperté en medio de atentados que dejaron sin fluido de energía amplias zonas de la ciudad. Esta fue una constante en los tres años de mi estadía en Lima. Fueron muchos los días que empezaba recorrer la ciudad desde las 07:00 de la mañana para tratar de ubicar alguna cabina de la empresa de telecomunicaciones de Perú, con fluido de energía para poder transmitir las notas vía teletipo a la sede principal de Notimex en ciudad de México. Eran las 11:00 de la mañana y seguía buscando cabinas con fluido eléctrico, hasta que contaba con suerte en el centro de Lima y ahí me instalaba a escribir con la angustia que se diera un nuevo corte de energía por atentados. En más de una ocasión me quede en mitad del texto porque el teletipo se paraba por falta de energía. El miedo, el terror y la zozobra estaban impregnados en su gente porque los coches bombas, eran activados por guerrilleros de Sendero Luminoso, en cualquier lugar de la capital. Lima era una ciudad en la que cabalgaba la violencia de día y de noche, en los distritos pobres o en los de clase media alta y alta, como Miraflores, San Isidro y San Borja. Violencia política y pobreza, era un común denominador en la Lima de hace 25 años, con una inflación galopante, una tasa de cambio que variaba cada minuto y las calles estaban inundadas de vendedores informales de la divisa americana. El 7 de diciembre del 2014, llegue a Lima para la cobertura de la Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático, organizada por las Naciones Unidas y mientras hacía el recorrido del aeropuerto internacional “Jorge Chávez”, al distrito de Miraflores, mis ojos empiezan a captar las imágenes de otra ciudad. Veo el rostro de los peruanos que reflejan seguridad, alegría, pujanza, cero miedos, cero terror y con el espíritu solidario y amable de siempre. Veo una Lima viva de día y de noche. El crecimiento económico de Perú, que hoy es considerado referente en América Latina, que hace parte de la Alianza del Pacífico, el mecanismo de integración regional más exitoso de las últimas décadas, se percibe recorriendo las calles y avenidas de Lima. La economía peruana ha crecido en promedio de 6.4 por ciento anual desde 2002, debido en parte al incremento en la inversión privada, especialmente en el sector minero, que representa más del 60 por ciento de las exportaciones totales de Perú. El distrito de San Isidro se convirtió en una verdadera zona financiera en donde tienen presencia los más importantes bancos a nivel mundial. La municipalidad de Miraflores es un centro de hoteles y hospedajes de las diferentes categorías, con el centro comercial Larcomar, que ofrece lo más exquisito de la gastronomía peruana, con una vista impresionante de las aguas y playas del pacífico. Los vendedores informales de dólares que en 1989 estaban en todos los semáforos de la ciudad, hoy es una imagen del pasado. Hoy Perú tiene un tipo de cambio ligeramente apreciado y con una tasa de inflación de un dígito, contra 33.8 por ciento comparado con diciembre de 1989. En estos distritos de Miraflores, San Isidro, San Borja, el visitante percibe de inmediato la pujanza de la economía del Perú, con un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita superior a los 10 mil 700 dólares, contra los tres mil 400 dólares de 25 años atrás. Antes de finalizar la cumbre en donde delegados de 195 países discutían estrategias para luchar de manera conjunta contra el cambio climático- una verdadera amenaza de la humanidad- hice un recorrido por las calles del centro histórico de Lima. Ahí están las mismas estructuras arquitectónicas coloniales en La Plaza Mayor o Plaza de Armas, que data de 1535, que reúne el poder político y religioso de Perú, con el Palacio de Torre Tagle, el Palacio Municipal, la Casa de Gobierno, La Catedral de Lima y el Palacio Arzobispal. Estos palacios son verdaderas joyas de la arquitectura colonial que hacen parte de la memoria histórica, política y de la religiosidad, no solo de Perú, sino de América Latina. La plaza de Armas es el sitio más emblemático de Lima, que después de 25 años está renovado, con colores frescos, un espacio que para los limeños es tan importante como su gastronomía, es una cara amable para mostrar a los turistas. Una encuesta de la firma Ipsos Apoyo, que preguntó a los limeños los aspectos que más les gusta de la ciudad, la primera opción fue la gastronomía con un 49 por ciento, y en segundo lugar está el Centro Histórico con un 41 por ciento. Pero no todo es pujanza y crecimiento económico en la Lima del 2014, en la propia Plaza de Armas, encontré indígenas ataviadas con sus coloridos vestidos, mendigando una moneda y en la parte de atrás del Palacio de Gobierno, se puede ver los cerros áridos y secos en donde campea la miseria. Quizá haya menos pobres en la Lima de hoy comparada con 25 años atrás, pero es una ciudad que no escapa al común denominador de las capitales de América Latina: Inequidad y exclusión social, riqueza y poder de espalda a la miseria. Esta es la Lima que vi en la Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático, la ciudad de cielos grises, de cerros áridos, de gente amable, sin miedos, orgullosos de su cultura Inca, una ciudad con tres caras: La pujante, la histórica y la de los cerros en donde se incuba la miseria.

 NTX/EF/MMMM/

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